miércoles, 8 de agosto de 2018

GIVE ME THE FUCKING SIGNAL, SWEETHEART


La niña giraba los mandos de la televisión portátil, movía la pequeña antena, encendía y apagaba el aparato y hasta le daba golpecitos. Como resultado, nada, si nada es en términos radioeléctricos el ruido propio de la falta de señal y que se conoce como nieve. De la nada radioléctrica no se puede esperar nada, nada bueno. Si acaso la visita de los fantasmas que tienen cierta tendencia a comunicarse con los niños mediante esta ausencia de señal. Y es que los niños o se comunican con fantasmas o ellos mismos son fantasmas, como así lo atestiguan las trescientas películas se han realizado en estos últimos 40 años sobre este hecho, absolutamente incontestable, desde el punto de vista científico, Dios mediante. La niña giraba los mandos y no se veía nada, me recordaba a Steve Buscemi en Fargo, cuando hacía exactamente lo mismo en aquella cabaña al lado del lago. Claro, el personaje de Buscemi decía tacos y la niña, evidentemente, también
Come on, give me the signal sweetheart, give me the fucking signal. La niña giraba los mandos y no se veía nada. Un viejo en la ventana miraba el mar, mientras, la niña ya se había cansado de intentar que se viera algo y se sentó en el sillón enfrente de la pequeña televisión sin señal. El viejo gritó -Miren el mar, miren el mar-. La niña que giraba los mandos, se levantó rápidamente del sillón y pegó su rostro a escasos centímetros de la pantalla de la pequeña televisión sin señal -¿Dónde, dónde?

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