domingo, 8 de abril de 2018

WHY DO WE -CONTINUE- FIGHTING? : NO ESTABAN SOLOS



Al principio de la Segunda Guerra Mundial, la administración Roosevelt, acudió a la propaganda y cineastas tan reconocidos como Ford, Wyler, Houston, Stevens y Capra, literalmente se militarizaron para contribuir al esfuerzo de guerra. A los efectos de nuestro comentario, nos interesa el caso de Capra que junto al guionista A. Litvak (depurado de forma absurda años más tarde por el senador demente J. McCarthy y la histeria colectiva del anticomunismo de los años 50) crearon una serie de documentales que titularon Why we figth? Cuyo título hoy en día nos puede parecer obvio, pero que en aquella época resultaba muy certero y es que, una de las resistencia que la administración Roosevelt tuvo que vencer fue el aislacionismo totalmente mayoritario en la población norteamericana de la época momentos antes de Pearl Harbor. A la gente de la calle, había que explicarle por qué había que luchar, por qué era necesario detener el nazismo en Europa y el imperialismo japonés en el pacífico, ya que básicamente, sobre todo en el caso europeo, al americano medio le importaba un pimiento que los europeos se enzarzaran de nuevo a tiro limpio. La cuestión es ¿Qué se nos ha perdido ahí? ¿Por qué nuestros jóvenes deben morir en Europa otra vez? A esta postura, no tanto pacifista, como  no intervencionista en general, la historiografía clásica la ha denominado "aislacionismo", aunque realmente la idea no era permanecer aislados sino básicamente no intervenir en lo que se entendía como guerras ajenas. De ahí las dudas que se generan hoy en día sobre el receptor real del beneficio de Pearl Habor, ya que el 7 de diciembre de 1941, supuso para Roosevelt la razón definitiva, el casus belli perfecto para hacer de Estados Unidos un país metido de hoz y coz en el esfuerzo de guerra y vencer el aislacionismo de amplias capas de la población. Luchar a partir de una agresión en suelo estadounidense resulta más convincente que hacerlo porque unos tipos alemanes cabreados con pantalones de montar y bigotillos chaplinescos quisieran dominar Europa. Si nos fijamos a partir del famoso discurso de la infamia del Presidente Roosevelt ante el congreso, la propaganda estadounidense puso el acento en el denominado "pacto tripartito" dando por hecho la confluencia de intereses de Japón, Alemania e Italia. Luchar contra el agresor Japón era igual que hacerlo contra el agresor de los Europeos: Alemania y su aliado Italia. Se trataba de luchar por la libertad, que la Liberty Bell de la victoria resonara en el mundo entero como sonó el 8 de julio de 1776, convocando a los ciudadanos de Filadelfia a la lectura de la Declaración de la Independencia. Esta imagen la famosa Liberty Bell, auténtico icono de la libertad, la abolición de la esclavitud y la lucha por la independencia en los Estados Unidos fue utilizada por Capra y Litvak para terminar sus documentales, uniendo el destino de la libertad mundial a la victoria de los Estados Unidos en la guerra. La Segunda Guerra Mundial ya era nuestra guerra ¿Por qué luchamos? Por nosotros mismos y nuestra civilización. Dicho esto ¿Si  la locura nazi, el antisemitismo, la eliminación física del adversario político, los delirios expansionistas aparecen hoy en día como una mentalidad tan dañina, por qué los estadounidenses necesitaban tanta propaganda para entender que el tío gritón del bigotillo ridículo era un peligro, tanto para Europa como para ellos mismos? Porque básicamente no tenían muy claro que el nacionalsocialismo fuera algo malo. Sí, sabían que era antisemita, sí, sabían que habían masacrado a los comunistas alemanes, incluso a sus adversarios en su mismo partido, sí, sabían que había invadido Polonia, que se había anexionado Austria, Checoslovaquia y que probablemente iría a por Francia, sabían que Estados Unidos estaba recibiendo gente exiliada de Europa "recomendando la Gestapo a todo el mundo" (irónica despedida que firmo S. Freud al obligarle la Gestapo a redactar algo a favor, antes de dejarle salir de Viena al exilio). Todo eso ya se sabía, Charles Chaplin ya había estrenado The Great Dictator. Se sabía ¿Y qué? Analicemos este magma extraño en el que el nacionalsocialismo no sólo era no era despreciado, sino que incluso molaba.

Casi todos los documentales de la Segunda Guerra Mundial, incluso buena parte de la historiografía clásica, presenta el nacimiento, desarrollo y explosión del nazismo en la guerra como producto de cuatro flipados que confluyeron en determinado espacio-tiempo. En este sentido, ahora mismo se puede ver un documental en Netflix llamado Hitler's Circle of Evil, que abunda en esta visión: cuatro o cinco locos asesinos sedientos de poder y muy listos alrededor del demonio Hitler ¡¡¡Qué imagen más confortable!!! Presentar como  muy raro, muy excepcional y muy localizado algo que no era ni raro, ni excepcional ni sobre todo localizado. Alrededor de la aparición del nazismo se ha generado esta confortable patraña, eran cuatro locos. Y de eso, nada. De ahí el esfuerzo de Capra y Litvak, de Freud, de Chaplin. En otras palabras: no estaban solos. 

Centrémonos en Estados Unidos, sí en Estados Unidos, uno de los lugares donde el nazismo caló hondo. Si alguien lee esto, así de golpe, seguramente pensará que exagero. Pues no, el esfuerzo propagandístico de Capra y Litvak no era por afición, luchaban contra ideas concretas y personajes que abrazaron ideas muy cercanas al nazismo, cuando no directamente nazis y no eran cuatro iluminados. En uno de los documentales de Capra, se puede ver el Madison Square Garden lleno hasta los topes en un mitin del German American Bound, en el que, creando una imagen alucinante, las barras y estrellas y retratos de T. Jefferson conviven, con cruces gamadas.


Insisto no eran cuatro iluminados. Si analizamos los personajes más populares de los Estados Unidos de los años 30 quizá entendamos ciertas cosas. Nos vamos a centrar en un personaje de revista del corazón, uno del mundo de los negocios y un héroe nacional. Si habían tres personajes famosos y populares en los años 30 eran estos tres triunfadores, tres ganadores, tres ejemplos para todos y que en aquella época, no sólo eran conocidos, sino que eran adulados y admirados:

1.-Wallis Simpson: heroína del amor romántico que rescató con su atractivo de Pensilvania al mismo Rey de Inglaterra, teniendo que decidir entre ella o la misma corona. Ganó Simpson y el amor triunfó: ¡¡¡Qué bonito!!! Esta parejita tan maja, entre besos  y amor empalagoso, de vez en cuando viajaban a Berlín a entrevistarse con Adolf Hitler al cual admiraban y respetaban.  Es más, se sospecha de forma muy documentada que Hitler tenía previsto "reponer" en el trono a Eduardo VIII que tuvo que abandonar por amor. Aquí en la foto se le ve recibiendo los honores. 


Si había un pareja admirada no sólo en Estados Unidos sino en el mundo entero por elegir el amor por encima de todo eran Wallis Simpson y Eduardo VIII.

2.- Henry Ford. En este caso podríamos haber puesto a Rockefeller que también simpatizó con los nazis de forma abierta o al padre de JF Kennedy que los nazis les parecían la mar de recomendables y no de forma irónica como Freud. Elijo a Ford porque si hay un hombre que representa de forma teórica y práctica el triunfo del capitalismo ha sido Henry Ford que puso en práctica la división taylorista del trabajo y que ha sido fundamental en el desarrollo de la economía de mercado mundial. Piedra angular para la construcción del sistema de mercado. Además no sólo simpatizó, participó de forma activa y recibió importantes condecoraciones del III Reich ,como la Cruz del Águila (la más importante para un extranjero). Ford era un teórico y un práctico. Ayudo de forma entusiasta y de forma práctica al desarrollo industrial del III Reich suministrando material e ingenieros para el proyecto nazi del coche del pueblo, en alemán Volkswagen ¿Les suena? Así como en la creación de una fábrica de ensamblaje de piezas para la Wermacht. Ford no sólo se quedó ahí, apoyó de forma radical a Hitler para la consecución del poder en Alemania, es más, el único norteamericano que nombra de forma expresa en Mein Kampf es Henry Ford, que contribuyó además al delirio antisemita que posibilitó y justificó el Holocausto con su libro de esclarecedor título "El judío internacional el mayor problema mundial". Lo dicho, un teórico y práctico. Tan es así que Ford Werke AG en Alemania utilizó sin ningún problema mano de obra esclava. Ya lo decía el mismo Ford; el único problema cuando contrato dos brazos para la cadena de montaje es que vienen acompañadas de un cerebro. Claro, si son esclavos de razas inferiores es mucho más llevadero.

3.- Charles Lindbergh. Si había un personaje popular en los años 30 era Charles Lindbergh, auténtico héroe americano, además de ser el primer hombre en cruzar el atlántico en avión, la prensa generó alrededor suyo un halo de glamour alucinante. Lindbergh o Lindy, como le llamaban de forma familiar y cariñosa fue calificado como el yerno perfecto, el novio ideal para nuestra hija. La circunstancia del secuestro y cruel asesinato de su hijo pequeño (apenas un bebe) lo convirtió además en un personaje no sólo admirado por su proeza, sino por su capacidad de sobreponerse al sufrimiento atroz que supone la pérdida de un hijo. Un ejemplo en toda regla. Pues bien. Este señor además de todas estas bondades y tras un viaje a Alemania en la que conoció al Fürher y a Göring, cayó rendido a sus pies y se convirtió en uno de los partidarios de Hitler más activos. Se mostró en público a favor del antisemitismo nazi y sobre todo de la eugenesia, es decir, la aplicación de la genética y las leyes biológicas en general para el mejoramiento de la raza. Tal cual. Además participó de forma muy activa en los mitines del America First Comitee, mira, este nombre también me suena. Esta asociación se dedicó a vilipendiar a Roosevelt por involucrar a Estados Unidos en la lucha contra el nazismo. Se pensó en Lindgbergh como presidenciable. Era realmente una estrella rutilante de la América de los 30.

Para más información sobre Ford y Lindy y sus ideas abiertamente nazis, aconsejo el libro de Max Wallace The American Axix: Henry Ford, Charles Lindbergh, and the Rise of the Third Reich.

En suma, no estaban solos, no eran cinco colgados con bonitos uniformes diseñados por Hugo Boss. Eran muchos. No estaban solos, porque portaban unas fáciles soluciones a problemas muy complicados y que realmente atormentaban a la Europa de entreguerras y eso atrae mucho. Así pues, cuidado con dialécticas muy parecidas y tan confortables como, la culpa la tienen los extraños, el diseño de nuestra sociedad es perfecta, son estas excrecencias que le salen las que perturban la felicidad de nuestra raza, porque ahí, aunque el diseño del traje de Hugo Boss, sea diferente, no deja de ser de Hugo Boss, no sé si me explico. Aquí ya no estamos hablando de historia. 

Es verdad que al final de la guerra, no quedaban muchos y los que quedaban se ocultaban o juraban y perjuraban que su papel en el nazismo fue insignificante. Es más, muchos se incorporaron como si tal cosa al "nuevo orden". Estos que, de forma vergonzante, se ocultaron e incluso después desarrollaron sistemas que habían empezado a crear con mano de obra esclava, como Von Braun, por ejemplo o la cineasta más sobrevalorada de la historia Leni Riefenstalh, se han inventado diversas leyendas para justificarse, la más absurda y curiosamente la que más éxito ha tenido es que Hitler los hipnotizó y no sabían lo que hacían, no eran ellos y un montón de estupideces similares. Otra técnica es la que podríamos denominar la "gran mentira francesa" por la cual, a tenor de lo que se ve en los documentales o lo que dicen muchos, el 99,9% de los franceses eran de la resistencia. La "gran mentira francesa" se puede aplicar a prácticamente todos los países ocupados, en los que el nazismo encontró más colaboración que resistencia, quizá la única excepción sea Polonia (tenían experiencia). En otras palabras, los trenes más llenos hacia Birkenau, salían de Francia, primero con judios de toda Europa que fueron a refugiarse a Francia, pero luego con franceses disidentes, franceses judios, franceses gitanos, es decir, franceses. Probablemente esta es la razón, tan peligrosa, por la cual se ha generado esta imagen, totalmente falsa y absurda, de que los nazis eran cuatro gatos hipnotizadores y es que La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto (Joseph Goebbels). Pongamos unos ejemplos más:

a) America great again

b) España nos roba, Europa nos roba, los judíos nos roban... (aplíquese a cualquiera)

d) Los inmigrantes nos quitan el trabajo

c) Los catalanes quieren romper España

d) Los refugiados sirios vienen a islamizar Europa

e) El holocausto es falso

f) El fascismo y el nazismo no se pueden volver repetir.

Cuidado...