Las cantidades colosales de información que circula por las
redes, privadas y públicas, la mayor parte gilipolleces sin importancia,
provocó al principio de la era de la información la invención de un sistema
lingüístico capaz de transportar esa cantidad de estupideces ocupando el menor
ancho de banda posible. Para entendernos, que si un imbécil en Renania
Westfalia quiere que veamos lo que hace su gatito, cuando juega con un puntero
láser en la pared, algo absolutamente crucial para la humanidad, podamos verlo
de forma barata, cómoda y enviarlo al universo mundo sin ningún problema y otro imbécil equivalente pueda reenviarlo al
otro lado del globo y así crear un trending topic. La digitalización y la multiplexación
de información para su envío, repito, chorradas en su mayor parte, permite que
los seres humanos nos regocijemos en nuestra propia estulticia.
Antiguamente,
cuando queríamos ver el Festival de Eurovisión, se tenía que establecer una
comunicación analógica vía satélite y la voz de José Luís Uribarri, sonaba como
cuando se hacía una conferencia con tu tía Adelita la de Soria. Hoy, otra vieja
gloria, Jose María Iñigo, suena como si estuviera a tu lado y la imagen HD
entra como un cañón. Transmitir vía satélite con la multiplexación digital es
más barato que hacerlo por enlaces terrestres. En los telediarios se hacen
conexiones en directo vía satélite a tres manzanas del centro emisor, algo que
si bajara un extraterrestre se partiría el culo. Pero así somos. Esto es otro
tema que trataremos en posteriores capítulos.
Para conseguir que todas estas idioteces viajen de forma segura,
primero hay que tratarlas de forma que las máquinas puedan comunicarse entre
ellas y transmitirlo eficazmente y a bajo precio. La digitalización de la
señal, es decir, convertir en valores numéricos, en ceros y unos, el lenguaje
complejo humano. Las máquinas son así, sólo quieren saber si está o no está, si
no está es 0 y si está es 1, fin de la cuestión. Esta reducción permite que las
máquinas hablen entre sí más deprisa, eso sí, ese lenguaje creado por el ser
humano para que las máquinas hablen muy rápido entre sí y poder transmitir
muchas cosas, resulta incomprensible para el propio ser humano que lo ha
creado. Algo muy interesante para un recién graduad@ en filología y su tesis
doctoral. En otras palabras, creo un lenguaje que no entiendo. Perfecto. Esto
es anecdótico e intranscendente, por eso es interesante para una tesis
doctoral, el problema es que este lenguaje ha devenido pensamiento, como es
propio del los lenguajes naturales y ahí es donde radica el problema. La forma
en que las máquinas se comunican: 0 y 1, ha devenido ser o no ser.
Pensemos el siguiente efecto. Antiguamente, cuando un
aparato de televisión no le llegaba bien la señal, tenías la oportunidad de
seguir viendo tu programa favorito, aunque no perfectamente, quizá con alguna
interrupción, con un poco de nieve. Hoy en día la televisión o se ve de puta
madre full hd que te cagas, o no se ve una mierda. No hay punto medio o 0 ó 1 o
la claridad absoluta o la oscuridad total, o ser o no ser. La señal tiene que
ser perfecta, si no, nada. Esto nos
sigue pareciendo intranscendente ¿Cómo podemos colegir, a partir de esto, que
el ser humano camina hacia la extinción? Vayamos a un ejemplo muy interesante y
que da para muchos libros de autoayuda y charletas de gilipollas que quieren
arreglar la vida a los demás, algo mucho más humano, más transcendente: la
felicidad. Qué bonito ser feliz ¿Quién no quiere ser feliz? ¿Qué colgado no
quiere una familia perfecta, una pareja perfecta que atienda tus requerimientos amorosos a la menor
insinuación? ¿Una cervecita al borde del mar, con unas almendritas? La
felicidad vamos. El problema viene cuando queremos que ese estado de éxtasis de
felicidad completa dure para siempre y que en todo momento esté activo. Es
decir algo absolutamente imposible. En Annie Hall, Woody Allen paraba a una
pareja en la calle y les decía, poco más o menos, no es textual: parecen
ustedes muy felices, cómo lo consiguen, y respondieron: porque somos
completamente superficiales. Pues ese
estado bobalicón de felicidad publicitaria o de película de comedia romántica,
aunque nos parezca mentira, hay un montón de gente que cree que existe. Es
decir, la felicidad y la infelicidad, es su 0 y su 1. Al igual que la
televisión se ve o no se ve, no hay punto medio, o soy absolutamente feliz o
soy absolutamente infeliz. Es más, fíjense con qué facilidad se utiliza la
palabra "absolutamente" hoy en día, yo me incluyo. La felicidad
completa y total se ha convertido en algo posible, alcanzable, al igual que
existe el 0 puede existir el 1. Y no. La felicidad, al igual que todos los
sentimientos, producciones, y "cosas" humanas, no son absolutas. Nadie es completamente feliz y si cree que
puede serlo, se convertirá en completamente infeliz y además convertirá a todos
los que le rodean también en unos infelices. Es más, la supervivencia humana
como especie, depende esta imposibilidad, ello ha traído consigo la mejor arma
de supervivencia, la adaptación, la
clave de la supervivencia humana como especie. No hacer falta pensar mucho para
razonar esto, los Pandas; si no hay bambú no comen, al borde de la extinción.
Son animales digitales su 0 es no hay bambú y su 1 es sí hay bambú. Las ratas:
comen carne, pescado, hierbajos, mierda de todo tipo, hasta se adaptan al
veneno y les sirve de alimento, hay más ratas que seres humanos. Las ratas son
analógicas, no tienen ceros y unos, tienen infinidad de puntos intermedios; la
clave de su supervivencia: la adaptación, si no hay queso, la piel del queso,
si tampoco, una cascara de plátano, el plástico de un cable eléctrico,
cualquier cosa, adaptación.
El ser humano, también era The Fucking master de la
adaptación pero ya no. Creer posible la felicidad completa, es uno de los
síntomas, pero hay muchos más que nos indican que la capacidad de adaptación
del ser humano que lo ha llevado a ser un ser vivo capacitado para doblegar
elementos naturales terribles que harían desaparecer a cualquier otra especie.
Temperaturas extremas, ausencia total de agua, de comida. La capacidad para
adaptarse, para ver la televisión con interferencias, para dominar los momentos
de infelicidad que la vida contiene sin jodernos la vida a nosotros y a los que
nos rodean, todo eso se está perdiendo o se ha perdido definitivamente y si
perdemos esa capacidad de adaptación, estamos camino de la extinción total.
Para las máquinas es 0 y 1, para nosotros es ser o no ser y por este camino
será no ser.
Las películas, por un lado, nos muestran cómo las máquinas intentan tomar el poder y dominar el mundo, así a lo bestia, entre explosiones y fanfarrias. No les hace falta, lo están conquistando con el lenguaje que nosotros mismos les hemos dado. No habrá discurso final tipo "he visto cosas que jamás creeríais...", no les hace falta. Por otro lado, el cine y los documentales siempre nos hablan de las extinciones masivas
como algo traumático (un día estás viendo la final de la champions y al otro
día el ser humano se ha extinguido, es una
extinción también digital, estoy y desparezco), pero no. Los dinosaurios
desparecieron por su incapacidad para adaptarse a la nueva realidad producida
sí, por un elemento traumático, un meteorito, pero no fue un ser o no ser
(excepto los que estaban alrededor de la península del Yucatán), los
dinosaurios se extinguieron poquito a poco, sin darse cuenta. La extinción humana,
también será así, poco a poco, de forma sorda. Cada vez que un niño se muere de
aburrimiento si le quitan su tablet o se queda sin wi-fi, incapaz de inventarse
un juego nuevo; cada vez que alguien al llegar a los 40, descubre que su vida
no le gusta porque es infeliz, sin darse cuenta de que necesita adaptarse a una
nueva realidad y que ya no es un adolescente; cuando somos incapaces de
distinguir entre la falsa realidad que el capitalismo nos arroja a través de
los medios de comunicación y la realidad misma; cuando sólo vemos blanco o
negro, sin matices sin adaptación, es un pasito más hacia la desaparición
completa. Entonces sí que será, para entendernos, 0 total y para siempre. La
felicidad total es imposible y la vida está llena de pruebas y sin sabores,
pero en estas circunstancias me gusta recordar otra frase de Annie Hall: Dos mujeres de edad en un hotel de alta
montaña comenta una a la otra, "¡Vaya, aquí la comida es realmente
terrible!", y contesta la otra: "¡Y además las raciones son tan
pequeñas!". Pues básicamente así es como me parece la vida, llena de
soledad, histeria, sufrimiento, tristeza y sin embargo se acaba demasiado
deprisa."